Historia

NUESTRA HISTORIA

La historia de MIRVIC es una más de tantas que conforman este Uruguay de hoy…

Comienza cuando hace ya 50 años, un inmigrante de origen siciliano, Victorio Gugliotta, comparte con su esposa Miriam su anhelado sueño: dejar la seguridad de un trabajo estable, cómodo, para lanzarse tras la quimera del negocio propio.

Ella, sabedora de su talento e inteligencia, lejos de desalentarlo, lo animó a construir su futuro.
Él estaba seguro, sabía, que era una apuesta que iba a ganar.

Tantos años de experiencia detrás de un mostrador,  el conocimiento de los productos y las necesidades de los clientes, más una inevitable dosis de valentía, fueron algunas de las materias primas para la concreción de ese proyecto.

Pero faltaba una esencial: el capital.

Golpeó muchas puertas, recibió muchos no, su sueño parecía cada vez más lejos, hasta que tomó una drástica decisión.
Fue hacia su amada moto Triumph, vieja compañera de ruta y aventuras,  que tantos elogios generaba entre los motociclistas de la época.
La lustró con la devoción y el cariño con que lo hacía cada domingo, y la vendió.
Con ese dinero, alquiló un pequeño local, compró el amoblamiento indispensable como para empezar, y se puso su mejor traje.

Fue así que el 1° de junio de 1965, en el mercado de repuestos automotores local, surge un nuevo protagonista: MIRVIC.

Al poco tiempo de inaugurado, el local empezó a quedar chico.

La sabia decisión de representar a una de las marcas líderes de la época, STANDARD VANGUARD, sumado a la excelente calidad de atención que Victorio le imprimía a sus ventas,  hizo que rápidamente no diera abasto.

Un nuevo local fue el testigo de tal crecimiento, esta vez ubicado sobre la calle Cerro Largo, donde rápidamente se consolidó el respeto de sus clientes…y el de sus colegas.

No pasó mucho tiempo, hasta que se incorporó una nueva línea de repuestos, nada menos que GENERAL MOTORS, con todas sus marcas.

Fue así que los orgullosos propietarios de Kadett, Chevettes, Monzas, (y tantas otras marcas GM que empezaron a poblar el Montevideo de la época), encontraban en MIRVIC  no sólo los repuestos, sino los accesorios para engalanar sus automóviles.

Pero además de estos vehículos, quienes empezaron a considerar a MIRVIC fueron los “taximetristas”, quienes a bordo de sus Asconas encontraban una rápida solución a sus  necesidades, pues en su herramienta de trabajo, el tiempo es fundamental.

Una nueva mudanza hacia un local aún mayor, promovida por la premisa (que hasta hoy se mantiene, siendo considerada un valor inquebrantable) de brindar siempre la más cálida atención a sus clientes, se tornó indispensable.


Se adquirió el local de Cerro Largo 1241 (el actual) donde al poco tiempo se extendió hacia toda la esquina, creando así el slogan de “La esquina Chevrolet de Cerro Largo y Yí”.

Pero ésta no sólo es una historia de sueños alcanzados.

Es una historia de lucha, tesón, visión y fundamentalmente, compromiso con uno mismo.

Que cuando se tiene claro el lugar a dónde uno quiere llegar, no importan las circunstancias, siempre va a depender de cada uno de nosotros empuñar con firmeza el timón de nuestro destino.

Por eso hoy, esa tozuda costumbre de brindar la mejor calidad de atención, buscar siempre las mejores oportunidades para los clientes, ofrecer un buen  asesoramiento, y por sobre todas las cosas, generar confianza, se mantiene viva en los hijos de Victorio, fieles custodios de esa tradición.

Son Leonardo y Carina, rodeados de sus afectos familiares, y respaldados por el compromiso y conocimiento de sus leales funcionarios, los responsables de mantener encendida la llama de aquella transcendental pasión.